Cuando nuestra amiga Felisa, en su Blog “El sueño de las palabras” nos invitaba a participar en un concurso de “microrelatos” con las dos condición de que tenía que empezar con la frase “Por favor, sea breve dijo…” y estar escrito en menos de 500 caracteres, se me ocurrió escribir este sainetillo creyendo que cumplía con lo dispuesto. Craso error el mío que confundí 500 caracteres con 500 palabras.
Yo con 500 caracteres, incluidos los espacios, no sé ni decir “breve”
POR FAVOR, SEA BREVE
- Por favor, sea breve – dijo D. Braulio a Mariana cuando esta se arrodillaba dejando caer sobre el ajado y sufrido cojín granate del confesionario sus sesenta y tantísimos kilos de anatomía y años.
- Ave María Purísi…
- Por favor. sea breve – se volvió a repetir desde el interior del confesionario.
- Hace que no me he confesa..
- Por favor, sea breve.
Quedó Mariana sorprendida por la insistencia de D. Braulio.
- ¿Está usted bien D. Braulio? Le noto la voz cambiada ¿Se ha acatarra…
- Por favor, sea breve.
- Don Braulio, ya sé que es muy tarde y que me confesé también ayer, pero resulta que…
- Por favor, sea breve.
- Como usted diga D. Braulio, pero le advierto que hoy traigo un pecado muy serio que…
- Por favor, sea breve
- Por favor D. Braulio – dijo Mariana elevando ya un poco la voz – Déjeme decirle mis pecados con tranquilidad porque este de hoy no lo tenía ayer y es uno muy serio y me va mucho en juego. Resulta que me he enamorado de…
- Por favor sea breve.
Mariana respiró ruidosamente con profundidad, apretó fuerte los labios y entornando los ojos, no sin cierta ira, miró a un lado y a otro de la iglesia. No había en ella nadie. Con voz más serena y calmada, tragó saliva y volvió a la carga con la esperanza de ser escuchada esta vez.
- Vamos a ver D. Braulio, trato de confesarle mi pecado de infidelidad para con mi marido porque resulta que me he enamorado perdidamente de otro hombre y ese hombre es…
- Por favor sea breve.
Mariana no pudo aguantar más y dando un fuerte golpe con el puño cerrado en la caja del confesionario, se levantó y gritando le dijo a D. Braulio:
- ¡Nada! ¡No he dicho nada! ¡Que sigo enamorada de mi marido, que por lo menos alguna vez me escucha! ¿Cómo he podido enamorarme de un hombre como usted que no escucha a nadie y tiene tanta prisa? ¡Adiós D. Braulio!. Brrrr.
Mariana salió de la iglesia con un humor endiablado dando un fuerte portazo.
De la sacristía salió el buen D. Braulio y acercándose al confesionario descorrió la cortinilla y dijo:
- Vámonos a casa Damián que hoy ya no va a venir nadie.
Y cogiendo a su loro se marcharon los dos a casa, mientas el loro repetía:
- Por favor, sea breve.
1 comentario:
¡Qué simpático y qué bien relatado el cuento!
La pobre de la señora enamorada de D. Braulio resolvió con rapidez y de la mejor manera posible su confesión; salió a la velocidad de la luz y que le dejaban los kilos y los años. También, arrepentida de haberse enamorado de un hombre que no la dejaba hablar ni siquiera en ese momento tan importante . Ya le sirvió, si, su arrepentimiento.No le hizo falta ni penitencia siquiera.¡Qué arte!
Un fuerte abrazo
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