miércoles, 14 de marzo de 2012

REMOVIENDO POR MIS RECUERDOS 1


   
   

     Pasé la noche esperando a que amaneciera el nuevo día. No me dormí hasta que el alba derramó sobre mi ventana, cien tonos de gris. Rompió la tregua un oblicuo rayo sol y la voz de mi madre que, con un beso, me despertaba.
     ─Despierta Manuel. Es la hora.
    Con el cuerpo bien lavado y duchado desde la noche anterior, mi madre procedió al ceremonial de revestirme con aquél traje blanco. Recuerdo que todo era nuevo para mi: la ropa interior; los pantalones; los tirantes; la camisa; los gemelos; los calcetines y zapatos... y hasta unos guantes de piel de cabritillo. Todo de blanco, inmaculado, como la Sagrada Forma que iba a recibir aquella misma mañana en mi colegio de los HH. Maristas.
     Pasé por el comedor de mi casa y allí me esperaba la visión del árbol del paraíso: el ágape (bollos; dulces; tartas; chocolate...) Suculentamente preparado para celebrar el desayuno a nuestro regreso.
     Mi hermana, tres años mayor, vigilaba mis movimientos; más por ver si caía en la tentación de romper el obligado ayuno ─aunque solo fuera con un grano de azúcar─, que por impedir que lo hiciera. Si rompía el ayuno, no podría comulgar y ya no sería el "buen" protagonista del día. "Eva" lo intentó con toda clase de insinuaciones.
     Hoy me he encontrado con esta fotografía, sobre la que el tiempo se ha puesto amarillo, y en ella me veo: serio; solemne; en el momento de renunciar a Satanás, a sus pompas y a sus obras...
   Lejos estaba yo entonces de sospechar que esa renuncia solo era el comienzo de muchas otras que vinieron después.
     Pero, ciertamente, aquella fue un hermosa mañana.osa mañana.