viernes, 25 de noviembre de 2011

LA MECEDORA


Manuel se mecía suavemente en la vieja mecedora. Siempre se sentaba en la misma, en la de la izquierda; le gustaba tener a Carmen a su derecha para tomarle la mano. Cuando se han vivido tantos años juntos, los pequeños detalles se convierten en leyes.
Entornó los ojos y se quedó observando las hojas de los árboles del huerto, por donde los últimos rayos de sol se tamizaban rielando en vibrantes colores. Las sombras se alargaban y, abandonando el suelo, trepaban por la pared del porche componiendo un trémulo e irrepetible mosaico de juguetonas figuras grises,
─Carmen, ¡que tarde tan preciosa!
Solo se escuchaban los "silencios" de la huerta. En el limonero, un jilguero llamaba a su amor con desesperado canto.
Una vieja tórtola se posó sobre un naranjo cercano.
─¿Has escuchado como arrulla esa tórtola? A ti siempre te ha gustado su arrullo. Cuando estabas criando a los zagales, había una tórtola que se ponía a arrullarte en la rama del laurel, junto a la ventana de la alcoba. Tú me llamabas para que yo la escuchara mientras le dabas el pecho a la criatura.
La última chicharra hacía rato que dejó de chirriar y, en ese mágico momento, solo se escuchaba un leve rumor: el suave susurro de la acequia.
─¿Te acuerdas Carmen? Yo te decía que eras tan guapa que cuando te asomabas a la acequia el agua se paraba para contemplarte... y los huertanos se quedaban sin poder regar. ¡Te tenían prohibido que te asomaras! Já,ja, qué risa te daba cuando te decía estas cosas. Fue también en el puente de esta acequia donde, una noche de verano, te declaré mi amor. Junto a esta acequia me bebí tus lágrimas aquella tarde que me marchaba a la guerra de Cuba y te di mi primer beso... ¿Te acuerdas Carmen?
─Cruzando esta acequia vinieron alegrías..., y se fueron penas... ¡Cuántas cosas habrán visto las aguas de nuestra acequia!. ¡Ay, Carmen, si ellas contaran...!
La noche fue tendiendo su negro manto y la huerta expelía sus fragancias de azahar, de menta, y de albahaca. Solo se escuchaba un leve grillar y el suave canto de la acequia.
─Carmen, ya está empezando a refrescar. Me voy a acostar; la humedad le sienta cada vez peor a mis viejos huesos. Hasta mañana amor mío.
Manuel acarició el respaldo de la mecedora de Carmen y le imprimió un suave impulso. Tomó el candil y se adentró en la casa mientras, en el porche, la mecedora de Carmen se mecía vacía.
MAN 26/02/2011
Copyright © Manuel Enrique Mira Sánchez 2011, R.P.I. nº08/2011/411




lunes, 21 de noviembre de 2011

CUANDO BUSCO PALABRAS HERMOSAS


Foto de Man

Cuando busco palabras hermosas en los entresijos de mi ser; allí donde habitan los sentimientos puros. Allí, en las junturas del alma, siempre me encuentro con algunos de aquellos poemas -los únicos que tal nombre merecen- que adormecen por mi espíritu.
Ayer, junto al mar, me reencontré con este poema que hoy recuerdo y comparto con vosotros:


Me robaste el corazón,
hermana mía, novia,
me robaste el corazón
con una mirada tuya,
con una vuelta de tu collar.
¡Qué hermosos tus amores,
hermana mía, novia!
¡Qué sabrosos tus amores! ¡más que el vino!
¡Y la fragancia de tus perfumes,
más que todos los bálsamos!
Miel virgen destilan
tus labios, novia mía.
Hay miel y leche
debajo de tu lengua;
y la fragancia de tus vestidos,
como la fragancia del Líbano.

Huerto eres cerrado,
hermana mía, novia,
huerto cerrado,
fuente sellada
Tus brotes, un paraíso de granados,
con frutos exquisitos:
nardo y azafrán,
caña aromática y canela,
con todos los árboles de incienso,
mirra y áloe,
con los mejores bálsamos.
¡Fuente de los huertos,
pozo de aguas vivas,
corrientes que del Líbano fluyen!

¡Levántate, cierzo,
ábrego, ven!
¡Soplad en mi huerto,
que exhale sus aromas!
¡Entre mi amado en su huerto
y coma sus frutos exquisitos
(Ct 4, 9-16)

sábado, 5 de noviembre de 2011

OTOÑO




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.../...

Hojas del árbol caídas

juguetes del viento son:

las ilusiones perdidas,

¡ay!, son hojas desprendidas

del árbol del corazón

.../...

Buscad este maravilloso poema y, si os gusta, que cada uno de vosotros lo comente con una de sus estrofas. Así será leído por todos